No existen malos alumnos, sólo malos profesores

Íñigo Babot

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Reflexión sobre el elemento fundamental (y muy difícil de conseguir) que se debe transmitir a cualquier eLearner para que aprenda de verdad. ¿Cómo deben diseñarse los programas eLearning para que resulten efectivos? El otro día participé en una mesa redonda sobre eLearning. Uno de los ponentes dijo:- Falta cultura de eLearner en la población. Los directores de cursos deberemos esperar un tiempo para ver aprender, de veras, a nuestros alumnos. Ellos aun no están preparados, ni habituados al soporte.Estoy radicalmente en contra de estas afirmaciones.

Lo que está ocurriendo es que muchos programas no despiertan, en los participantes, un umbral mínimo de emoción.

Aunque no reparemos en ello, nuestro proceso cognitivo va íntimamente ligado con nuestros sentimientos. Si algo realmente nos atrae, si nos hace vibrar, lo asimilamos rápidamente y ponemos en práctica lo aprendido con eficiencia…aunque existan algunas dificultades, aunque nos requiera un cierto esfuerzo lograrlo.

Los profesores y las asignaturas deben despertar, en los alumnos, ansias de aprender. Deben transmitirles una cierta afición, algunas dosis de emoción. Estudiar tiene que divertir, estimular, ser algo parecido a un reto deportivo.

Por ejemplo, los participantes en un programa de formación contínua o perfeccionamiento profesional deben ser fidelizados a las materias en las que deben formarse, al menos mientras dure el curso. Es necesario que noten un gusanillo que les impulse a no abandonar fácilmente el propósito y les permita sortear los problemas que surjan. Anthony Robbins, en su Poder Sin Límites (Ed. Grijalbo, Barcelona, 1987) explica magistralmente la enorme fuerza y la gran capacidad de superación que proporciona tener ilusión por alguna cosa.

Pero ello se convierte en absolutamente imprescindible si, además, los elementos de partida no son especialmente propicios, como ocurre a menudo en Distance Learning:

1- estamos complementando una educación preexistente, completándola, pero…

2- tenemos una ocupación profesional que ya nos quita mucho tiempo y…

3- se nos pide que aprendamos a distancia, usando una pantalla, solos, desde nuestros puestos de trabajo o nuestras casas, sin contacto permanente con un ambiente formativo, aprovechando esporádicos huecos de agenda.

Como ya se apuntó en el primer número de esta revista, los grandes investigadores en diseño de programas eLearning citan el aislamiento físico de los alumnos y la frialdad del interface como dos problemas fundamentales para el buen desarrollo de los cursos, pues conducen a una muy elevada tasa de abandono, de fuga. Cuando los cursos no están perfectamente diseñados (y suele ser frecuente) esta tasa puede superar un aterrador 80%. Sé que no es políticamente correcto citar este porcentaje pero, en muchos casos, esta es la descarnada realidad. Sin embargo, los juegos electrónicos son tremendamente adictivos, siendo el interface y la soledad física exactamente los mismos que en programas eLearning. ¿Por qué? La respuesta es muy evidente: unos son divertidos, impulsan a mejorar (a veces, incluso perniciosamente) mientras que los otros son percibidos como una penosa obligación y, a menudo, resultan un rollo.

Muchas lecciones eLearning que circulan hoy son, aun, de baja calidad. Y no porque los contenidos, en sí mismos, sean deficientes: se debe, más bien, a que el llamado diseño instruccional de los programas no es nada atractivo, no estimula, no fideliza. El participante no se siente tutelado ni está acompañado (ni por profesores, ni por compañeros de clase). En ocasiones, el eLearning se parece más al plano envío de apuntes o libros por Internet/iTV con una leve (muy leve) tutorización virtual, que a un sistema pedagógico comparable al presencial, como debiera ser (como, de hecho, puede ser). Herramientas docentes tales como auténticas clases sincrónicas, grupos de aprendizaje cooperativo efectivos, proyectos virtuales colectivos, contenidos de segunda generación, etc., brillan por su ausencia. Muchos cursos dicen incluirlos pero… sólo lo dicen.

¿Cómo lograr que un programa para Distance Learners sea entretenido, haga notar ese gusanillo, demuestre a los participantes que están aprendiendo mucho y, además, pasándolo bien? Es notablemente complicado y requiere expertise, paciencia, investigación. Aun estamos en los inicios pero, sin duda, representará una importante revolución educativa… porque lo cierto es que puede conseguirse y con mucha eficacia. Iremos compartiendo, desde estas páginas, alguno de los métodos experimentales con los que, hoy, se obtienen resultados positivos o muy positivos (tasa de fugas inferior al 5%).

Pero si algo sale mal, es muy importante que nunca echemos la culpa a los participantes. Será nuestra propia torpeza en el diseño instruccional, en la producción u organización de contenidos, quizá en la dinamización de campus virtuales, lo que lo provocará el problema. Pero nunca unos profesionales deseos de perfeccionarse y dispuestos a invertir tiempo, esfuerzo y dinero. Eso, nunca. Y es que ya lo dice un antiguo y muy sabio proverbio: no existen malos alumnos, sólo malos profesores.

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