Nuevos envases para nuevas lecturas

Joaquín Pinto Escribano

Director del Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas (CITA) de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez

La novela de aventuras, la literatura histórica, la composición poética, el preciso párrafo costumbrista, el sentimental y rosa folletín amoroso, el libro de viajes, la clara y social trama negra, la fascinante ciencia ficción han conseguido, según el gusto de cada lector, dar sentido a muchas de nuestras horas de ocio y tiempo libre o, en ocasiones, hacer de la lectura nuestra más extensa y disfrutada ocupación laboral. La novela, el cuento, el cómic, el folletín propiciaron que en una parte de cada uno de nuestros cerebros compartan espacio los mismos héroes y mártires, idénticos psicópatas y asesinos, valientes aventureros, superhéroes, hadas, atractivos salvavidas y glamurosas rubias platino.

La novela, el cuento, el cómic, el folletín propiciaron que en una parte de cada uno de nuestros cerebros compartan espacio los mismos héroes y mártires, idénticos psicópatas y asesinos, valientes aventureros, superhéroes, hadas, atractivos salvavidas y glamurosas rubias platino.

Cada generación mira y ve con unos ojos literarios propios, siente y trasmite de una forma, posee su propio imaginario que funciona al modo de un DNI o huella literaria por la que cada ciudadano puede ser reconocido como miembro integrante de una sola generación. El tiempo vivido por un determinado grupo humano no es definido solamente por los grandes acontecimientos históricos, por los descubrimientos científicos más impactantes o por las imponentes catástrofes naturales. Cada época tiene también sus personajes, sus historias, sus narraciones, sus leyendas…

Es muy común que los lectores, los grandes y los pequeños, los habituales y los esporádicos, los fruitivos y los castigados, cometamos un inocente crimen semántico que consiste en creer que la historia que con tanto trabajo escribió un autor es fruto no de él, sino del propio libro, y que constituye con este último una unidad indisoluble. Así decimos: leí un libro, y, sin embargo, los libros no se pueden leer. Los libros no están hechos para ser leídos lo mismo que las botellas de leche no lo están para ser bebidas. Unos y otras cumplen la función de contener algo. Las últimas, líquidos. Los primeros vivencias narradas que desciframos leyendo al compartir con el autor un mismo código de comunicación.

Unos leemos y otros escriben, y tan hermosa y valiosa para mí es una cosa como la otra. Los escritores poseen el secreto que les permite definir con absoluta precisión el dolor, la felicidad, la risa, el calor, el frío, la velocidad, el espacio, un árbol, el mar, una tarde de verano, un invierno en Lisboa, Cien años de soledad y, por supuesto, las fantásticas curvas del pelo de una rubia platino.

Algunos de los libros de mi generación los he leído dos veces e incluso tres y, por supuesto, no siempre en la misma edición. Esta reiteración lectora me permite concluir que lo que percibí nunca dependió de si estaba escrito en un Dina4 o en folio reciclado, en Times o en Ibarra, en cartoné o edición de bolsillo. Lo que disfruté y las conclusiones a las que llegué, absoluto privilegio del lector, fueron más el resultado de factores como la edad, el estado vital, la obligatoriedad o libertad en la elección de la lectura que del formato del libro. Estoy seguro de que nunca diré no a una buena lectura en un mal formato. Lo que el autor escribió el sentimiento que hizo nacer en mí está lejos muy lejos de depender única y exclusivamente del material en el que fue envasada la historia, sin embargo es más que previsible que un buen lector se olvide de leer una mala narración a pesar de estar escrita en un fantástico formato.

En realidad, y pocas veces caemos en ello, el escritor nunca estuvo en contacto con el libro que nosotros leemos, no conoce el gramaje, las dimensiones de la edición, el tipo de letra elegida, el color y motivo que ilustrarán la portada. El conjunto de hojas al que denominamos libro no es más que un envase, un objeto de producción industrial, una manufactura más en cuya creación, producción y distribución intervienen enormes dosis de avances tecnológicos acumulados desde hace 3000 años hasta hoy, con el único fin de ser el complemento ideal de aquello que no ha cambiado: tener una idea, desarrollar una trama para contar una historia. Permítanme un paréntesis para declarar que sería injusto por mi parte no reconocer que hay libros que derrochan amor, buen gusto, sensibilidad y sentimiento. A lo largo de mi vida me he topado con alguno de ellos.

En Avatar, la película que está rompiendo record de taquilla, jinete y caballo se convierten en un único ser gracias a la conexión psíquica que entre ellos se establece. Entre el autor y el lector la conexión es la lectura nunca el libro. Por ello, invito a todos los participantes en la experiencia de leer usando por vez primera un ebook, a centrarse en el olor y en el sabor de la lectura no en lo que tenemos entre las manos.

La felicidad y la melancolía son dos antónimos, desconozco si es exactamente así en lo que al significado se refiere, pero lo son en el tiempo en el que trascurren. Mientras que la felicidad está en el futuro, la melancolía no transciende nunca del pasado, del recuerdo. Allí habita y allí permanece para siempre. Existen individuos felices e individuos melancólicos, del mismo modo podemos observar grupos y sociedades que viven en el pasado, en contraposición a aquellas otras a las que excita vivir en el futuro: imaginan, crean e innovan en el presente, pensando en hacerse escritores de su propia historia futura.

Es a este último tipo de sociedad al que sirve la Fundación Germán Sánchez Ruipérez tratando de conocer e interpretar las claves del tiempo lector en el que vivimos, con el fin de apoyar el cada vez más cercano futuro de la lectura. Territorio ebook demuestra nuestro esfuerzo y preocupación por acercarnos al conocimiento de nuestros hábitos lectores, nuestras formas de leer, de compartir vivencias, de conectarnos y de saber si, en un tiempo cercano, será factible, desde el punto de vista del lector, aceptar con naturalidad un nuevo envase para una nueva lectura.

Esta es la razón por la que este proyecto nace con tres focos de atención: la biblioteca, la escuela y la universidad. Hoy y aquí, estamos, y lo reseño fundamentalmente por ustedes, quienes vamos a intervenir en esta investigación, en este análisis, en este trabajo común. Podemos caer en el error de pensar bueno si solo se trata de eso. Pero no es así ni solo se trata de eso. Estamos poniendo la primera piedra para la actualización del mapa lector de nuestra ciudad, ese por el que hemos salido en los telediarios, ese del que forman parte carteles publicitarios, propaganda personalizada, la oficina de correos, tablones de anuncios, edictos, bandos municipales, folletos, libros, pintadas, prensa local, imprentas, diseñadores, ilustradores, cronistas, escritores, articulistas, librerías y bibliotecas… Y, finalmente, delante de todo lo dicho, en el mapa de la lectura de una ciudad se concede un papel especial a la escuela.

Los primeros años de nuestra vida escolar están dedicados al aprendizaje lector. Aunque ya lo hayamos olvidado, leer exige un adiestramiento paciente, perseverancia en la repetición y tesón en la tarea, es así y solo así como conseguimos transformar unas pocas sílabas en uno de los más hermosos regalos: Mi mamá me mima.

Pues bien, después de esta enorme inversión de recursos humanos y materiales, hoy nos dicen que la lectura ya no es lineal sino que es hipertextual, que poco a poco abandona el libro, que se hace multimedia, que se enlaza con otros textos, que genera nuevos ambientes y que, por supuesto, expulsa hacia un desconocido limbo a los personajes que nosotros teníamos previsto dejar y compartir con los más jóvenes en nuestra herencia generacional común. Queda un último detalle, como al otoño al hecho de leer se le caen las hojas, pues cada vez se lee más a través de pantallas que permanentemente están entre sí abiertas e interconectadas.

La pregunta es, por tanto, dónde tendremos que poner folletos, libros, pintadas, edictos, carteles culturales, librerías y bibliotecas para conseguir que la lectura sea un elemento identificativo de nuestra sociedad lectora. ¿Cómo será el mapa de la lectura de Peñaranda de Bracamonte dentro de cinco años? Saber en qué medida estamos asistiendo a un fenómeno de cambio en la lectura escolar, y, qué supondrá esto para nuestros jóvenes es Territorio ebook y educación. Contarles para finalizar, que en poco más de cinco minutos Joaquín Sabina, apoyándose en una fantástica música, desarrolla una de las mejores tramas de novela negra jamás cantada. Comienza diciendo algo así como: …Mi último tren llegaba con retraso, así que decidí aceptar el caso de la rubia platino… Hoy el tren llega a su hora, suban, lean y espero que como le sucedió al cantautor descubran que la rubia platino era morena.

(http://docs.google.com/Doc?docid=0AcIfbap0mN6jZHBjc3Jra182Z3A5NGtqY3g&hl=es&pli=1)

18/02/2010