Jugar o no jugar, esa es la cuestión

Javier Martinez Aldanondo

jmartinez@catenaria.cl y javier.martinez@knoco.com

Blog

Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria y Director de Knoco

 

Siempre han existido etiquetas que se colocan a aquello que se quiere presentar como novedoso. En el ámbito de la educación, las últimas etiquetas llevan nombres como MOOCs, entornos personales de aprendizaje y por supuesto gamificación que no es otra cosa que llevar los principios del juego al diseño de actividades de aprendizaje para mejorar habilidades y desempeño. ¿Será el juego una metodología de aprendizaje a considerar seriamente? Aprender es un proceso personal que consiste en acumular experiencia reutilizable en el futuro y que depende de 3 factores esenciales: Motivación, tiempo y oportunidad de practicar. Si lo revisamos, podemos comprobar que el juego cumple todas las condiciones que caracterizan al proceso de aprendizaje, especialmente la más importante de todas, que es a su vez la más esquiva para el resto de metodologías: la motivación.

1. Proceso personal: No hay nada que se pueda comparar a la sensación de experimentar las cosas en primera persona. Jugar te obliga a estar involucrado con los 5 sentidos a diferencia de otros métodos más orientados a determinados sentidos específicos (textos para la vista, discurso verbal para el oído, etc.). Por ello, jugar no es delegable a terceros sino que es un proceso personal e intransferible.

2. Acumular experiencia: En sintonía con el punto anterior, la experiencia es un proceso personal ya que cuando la experiencia la vive otra persona, deja de ser experiencia para convertirse en información. Todo juego genera una experiencia que además es factible de ser compartida con otros a través de una historia, de hecho cada juego es una historia en sí misma. La práctica prolongada de cualquier juego proporciona cada vez mayor habilidad en la ejecución del mismo. Para ser diestro en un juego, no hay otro secreto que dedicar cuantas más horas mejor ya que con cada ocasión que juegas, lo que haces es añadir una nueva experiencia a tu colección histórica de experiencias pasadas. Nadie se muere por exceso de experiencia.

3. Reutilizable en el futuro: Para aprender es requisito imprescindible recordar. Si por ejemplo, a día de hoy eres incapaz de recordar cómo resolver una integral, por mucho que fueses capaz de hacerlo cuando estabas en el colegio, la conclusión es que no aprendiste. Aprender es lo contrario de olvidar. Uno de los rasgos del juego es que su desenlace puede conducir a la victoria o a la derrota. En ambos casos, la alegría de ganar o la tristeza de perder suele generar un impacto emocional que deja una huella difícil de borrar. Es por esa razón que la mayoría de personas olvidó casi todo lo que aprendió en la escuela y en la universidad y sin embargo es capaz de recordar con una nitidez asombrosa las experiencias que vivieron y en particular, tanto los triunfos como los fracasos en aquellos juegos que verdaderamente les importaban.

4. Motivación: ¿Por qué será que mis hijos quieren jugar siempre pero no quieren estudiar nunca? La motivación es la energía del aprendizaje y el juego cuenta con una serie de particularidades que ningún otro método tiene para lograr el sueño de todo educador que es despertar el interés y abrir la puerta de par en par al proceso de aprendizaje.

  • Aunque sea una perogrullada, para aprender hay que querer aprender y las personas no siempre quieren aprender lo que les queremos enseñar. ¿Por qué jugamos? Porque jugar es una actividad placentera que te predispone y te coloca en actitud favorable ya que implica emociones positivas: disfrute, diversión, gozo, entretención, todos ellos ingredientes esenciales de las cosas que nos motivan. El deleite de jugar tiene múltiples variantes: placer de jugar bien, de ganar al otro, de superarte y progresar, de alcanzar logros en equipo y contribuir a la felicidad de tus compañeros…
  • El juego es un acto voluntario, lo contrario del carácter obligatorio de estudiar o asistir a un curso.
  • Es también un acto de autonomía suprema ya que tienes libertad para decidir qué hacer y qué no hacer y por tanto de influir en las consecuencias. Cuando juegas, tienes control sobre tu destino, algo casi imposible en otras actividades de aprendizaje.
  • Es un acto eminentemente creativo en el que nada está escrito y por ello puedes descubrir múltiples maneras de conseguir los objetivos lo que da sensación de poder y bienestar.
  • El juego es emocionante ya que incluye no solo diversión sino también el factor del azar, incertidumbre, sorpresa e imprevisibilidad respecto de lo que va a pasar en el instante siguiente. El misterio nos atrae: no sé qué va a pasar, quiero ganar pero puede que pierda (no tendría gracia si siempre gano o siempre pierdo) lo que me genera curiosidad y me abre  a estar dispuesto a correr riesgos.
  • El juego explota la veta competitiva que me permite desarrollar el anhelo de ganar a otros sin que ello implique una actitud de agresividad o violencia.
  • Jugar te obliga a pensar, demanda un alto nivel de concentración para no perder detalle ya que cuando juegas no puedes permanecer pasivo, al contrario de lo que ocurre en un aula.
  • Jugando tienes una inmejorable oportunidad de poner a prueba tu auto exigencia, tu capacidad de superación personal, tu amor propio y orgullo, tu capacidad de no rendirte a pesar de las dificultades. Los anglosajones hablan de “hard fun” (diversión dolorosa) porque exige esfuerzo pero es placentera.
  • Cuando juegas, gozas de un espacio para escapar de la realidad diaria que en algunos casos resulta estresante. Puedes adoptar otras personalidades, explorar otros mundos, encarnar otros roles. Además, cuando jugamos nos mantenemos todavía a salvo de interferencias que nos interrumpan.
  • Cuando el juego es colectivo, se despliegan una serie de habilidades sociales, de  interacción y colaboración mediante las que puedes contribuir al progreso de otros, permitiéndote sobresalir en el juego mientras tienes problemas en el ámbito académico.
  • El juego actualiza la situación permanentemente entregándote información continua y también ofreciendo feedback inmediato de tus acciones, tanto de lo que haces bien como de los errores. Cuando ganas, obtienes una recompensa, a veces monetaria, otras veces solo moral, como la satisfacción de ganar o de haberte superado a ti mismo.
  • El juego es guiado por una historia en la que asumes un rol.
  • Cuando estás jugando es cuando tu inconsciente, tu parte menos racional, aflora con fuerza y toma las riendas de tus acciones y es cuando te muestras como realmente eres. No importa si antes o después de jugar te disfrazas de traje y corbata y te comportas intachablemente según lo que requiere cada situación. Si cuando juegas, tratas de hacer trampas, ganar como sea y engañar al árbitro o si por el contrario, respetas las reglas y no te aprovechas de las situaciones ilícitas, entonces ése eres tú en realidad.

Es importante aclarar que cuando juegas, tu objetivo no es aprender sino jugar y eso significa que no todo juego equivale a aprendizaje. El juego siempre te plantea una serie de objetivos que te importa alcanzar, te presenta las reglas para lograrlos y se asegura de que sepas cuando los alcanzaste. Aprender por tanto, es únicamente el medio para conseguir tus objetivos, es algo que ocurre de forma invisible para el jugador. Cuando juegan, mis hijos no son conscientes de que aprenden ni les preocupa mucho en realidad.

5. Tiempo: Como bien sostenía Paco de Lucia, “Cualquiera puede ser el mejor guitarrista del mundo si está dispuesto a pasarse los siguientes 30 años practicando 10 horas diarias los 7 días de la semana”. Es imposible aprender algo verdaderamente valioso en una actividad de una hora o en un curso de un día. La conclusión es que jugando te resulta más sencillo desarrollar habilidades que exigen un alto nivel de trabajo y por tanto que se extienden por un largo periodo de tiempo. Sabes que para ser competente en un juego, tendrás que dedicar mucho tiempo a practicar y fallar antes de hacerlo bien pero lo grato de jugar y la intensa sensación de euforia cuando alcanzas tus objetivos compensan toda la dedicación. Como dice el refrán “sarna con gusto no pica”. Sabemos que los resultados generados por la industria del juego y videojuego superan ampliamente a la del entretenimiento. Las mediciones que se han efectuado sobre la cantidad de horas que las personas invierten en jugar, muestran cifras verdaderamente gigantescas y con clara tendencia a seguir creciendo.

6. Práctica: Aristóteles afirmaba que lo que aprendemos, lo aprendemos haciendo. Jugar es sinónimo de hacer, de practicar. Escuchar es aburrido, hacer es mucho más atractivo. Hasta que no haces, no puedes decir que sabes y jugar tiene un efecto secundario: El orgullo de aprender ya que te pruebas a ti mismo que eres capaz (vences la duda de ¿podré?) lo que ayuda a mejorar tu autoestima. Cuando practicas siempre está presente el factor que más influencia tiene en el proceso de aprendizaje: el error. Si bien tratas siempre de evitar que ocurra, no temes al error ya que convivir y aprender de él resulta crítico. Jugar implica en cierta forma aprender a perder. Muchas veces, el fracaso es la raíz del triunfo. Al jugar tienes que aprender a lidiar con la frustración, con el ego y a controlar tus impulsos. Jugar exige aceptar el riesgo y asumir que te vas a equivocar con mayor frecuencia de la que acertarás. El error es una oportunidad para mejorar siempre que seamos capaces de aprender de él para que no vuelva a suceder.

¿Qué rol juegan las TICs? Las tecnologías son una prolongación del exiguo alcance que tienen nuestros sentidos. Las TICs nos permiten ver, oír, desplazarnos, levantar, construir, etc. cosas que de otra forma serían imposibles para el ser humano. Un amigo, miembro del Ejército de Singapur me compartió esta información sobre un videojuego que han desarrollado internamente para entrenar a sus futuros oficiales en habilidades de liderazgo en combate y que ha recibido varios premios. Yendo más allá del típico “en cualquier lugar y en cualquier momento”, las ventajas de usar tecnología son evidentes: La tecnología te permite recrear todo tipo de situaciones imaginables, por sofisticados que sean, superando fácilmente las limitaciones del mundo físico. En el caso del juego mencionado anteriormente, sería casi imposible simular en el mundo real uno solo de los ocho escenarios que los jugadores deben enfrentar. Además, las TICs garantizan que los jugadores puedan participar, sin correr riesgo alguno, en entornos que en el mundo real pondrían en grave peligro su seguridad. Aunque el coste de desarrollar juegos tecnológicos no es menor, su rentabilidad crece exponencialmente a medida que se incrementa el número de jugadores que lo utilizan con la ventaja de que dichos jugadores pueden repetir su uso de forma infinita. Pero ojo, no hay que olvidar que la tecnología no es nunca la primera ni la segunda pregunta que nos debemos hacer a la hora de diseñar un juego. Antes de eso, necesitamos respuestas claras a otras preguntas previas como ¿Qué quiero que aprendan? ¿Por qué quiero que lo aprendan? ¿Quiénes son los que lo van a aprender? ¿Cuál es la mejor manera de que lo aprendan? Y solo entonces ¿De qué forma nos puede ayudar la tecnología?

Conclusiones:
El juego es una metodología natural ya que es la primera herramienta de aprendizaje que todos experimentamos. Desde que nacemos hasta que entramos al colegio, el juego se convierte en nuestra principal y casi única estrategia de aprendizaje, a través de la que vamos adquiriendo habilidades y competencias de alta complejidad y que serán esenciales a lo largo de toda nuestra vida. Lo que regalamos a los niños en su cumpleaños o en navidades son juguetes, cualquier otra cosa les causa una profunda decepción. Lo que los hijos piden a sus padres cada minuto del día es que juegues con ellos. Todos recordamos que en el colegio, resultaba imposible aguantarse las ganas de que llegase el recreo para salir a jugar con nuestros amigos. La decisión de jugar nunca supuso un sacrificio independientemente del esfuerzo que requiriese el juego en sí. No hacía falta que nadie te obligase a jugar. Sin embargo, entrar en clase a escuchar al profesor era un tormento supremo.Si cuando eres adulto sigues jugando es porque te devuelve a tu época de niño en la que tienes grabado que juego equivale a disfrute.

Cuando juegas, no lo haces por aprender sino para ganar, por disfrutar, por mejorar tu salud, estado físico o mental, etc. Jugar te obliga siempre a aprender las reglas del juego y las habilidades necesarias para ganar pero ninguna de ellas son el verdadero objetivo del jugador. Eso significa que en el juego convergen siempre 2 miradas, la del diseñador debe pensar en que habilidades tiene que aprender  la persona y cuál es la mejor manera para que las aprenda, y la mirada del jugador que está pendiente de si el desafío que le plantea el juego le interesa lo suficiente como para querer jugar y hacer el esfuerzo.

Ahora bien, para no llevarnos a engaño respecto de las expectativas del juego, dos alertas finales:
1. Que algo sea entretenido no quiere decir que exista aprendizaje pero al mismo tiempo, si no es divertido, resulta más difícil aprender. En la mayoría de casos, los juegos están pensados para entretener pero no para aprender.
2. Si el juego no se parece a lo que harás posteriormente en la vida real, es posible que te diviertas mucho pero no habrá transferencia y por tanto, no cumplirá su objetivo.

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